24 diciembre 2025

El Supremo Poder Conservador: La Nostalgia por la Tutela.

El Cuarto Poder Conservador: La Nostalgia por la Tutela

México es una nación que, en su fuero interno, desconfía de la libertad que pregona. 

Bajo la arquitectura de mármol de nuestras instituciones republicanas —ese diseño ilustrado de tres poderes que se vigilan y equilibran— late un corazón que siempre añora el orden de la vara y el trono. 

Desde que el Primer Imperio se desmoronó entre traiciones y polvaredas, el país ha vivido atrapado en una paradoja trágica: nuestra ley dice "democracia", pero nuestro instinto social clama "tutela".


Para el Estado mexicano, el equilibrio de poderes no ha sido un mecanismo de justicia, sino una invitación al caos; una parálisis que solo parece resolverse cuando emerge una figura situada por encima de la política ordinaria. 

Es el fantasma del Supremo Poder Conservador, una innovación decimonónica que, aunque oficialmente enterrada, regresa cíclicamente bajo nuevas máscaras para "aceitar" una maquinaria nacional que se niega a funcionar sola. 

No es una anomalía; es la realidad de nuestro sistema operativo secreto.

En el siglo XIX, tras el fracaso del primer experimento federalista, México se hundió en una ingobernabilidad que amenazaba su existencia misma. La respuesta de las élites no fue fortalecer a los jueces o al legislativo, sino crear un "super-árbitro". Nuestros abuelos prefiguraron los maximatos

En 1836, las Siete Leyes introdujeron el Supremo Poder Conservador, un órgano de cinco notables con la facultad de: anular leyes, destituir presidentes y silenciar tribunales en nombre de la "estabilidad"

Eso hicieron Santa Anna y Calles. 

Este Poder Conservador, tan insultado por la 4T, no legislaba ni gobernaba, pero su sola presencia recordaba que los otros tres poderes eran menores de edad, siempre bajo sospecha de incompetencia o corrupción. Fue la institucionalización de la desconfianza. 

En este escenario, la figura de Santa Anna funcionó como el tutor de Gómez Farías. 

Santa Anna perfeccionó el arte de la ausencia estratégica: dejaba que Gómez Farías intentara sus reformas liberales, observando desde su hacienda en Manga de Clavo cómo el país se convulsionaba. 

Cuando el caos llegaba al límite, Santa Anna regresaba para "salvar" a la patria del desorden que él mismo había permitido, actuando como el guardián que corregía el rumbo de un país que no sabía mandarse solo.

Esta dinámica de tutela entre Santa Anna y Gómez Farías revela la raíz de nuestra patología política: el desprecio por el proceso legal frente a la necesidad de un "padre" que ponga orden. El árbitro no buscaba aplicar la ley, sino administrar el conflicto en su provecho. 

Casi un siglo después, tras el baño de sangre de la Revolución, el vacío de un árbitro supremo volvió a manifestarse. Plutarco Elías Calles comprendió que el orden no vendría de la recién estrenada Constitución de 1917, sino de una estructura extralegal que disciplinara a los caudillos.

El Maximato fue, en esencia, la resurrección del Poder Conservador en el siglo XX, pero transformado en partido político (el PNR). 

Calles operó como el "Gran Elector" y el "Gran Árbitro" desde su sofá en su residencia de Anzures, CdMx. No necesitaba el cargo de presidente para: anular leyes, destituir presidentes y silenciar tribunales en nombre de la "estabilidad"

Al igual que el órgano de 1836, Calles era el fiel de la balanza que impedía que el país se desmoronara en caudillismos regionales. Si un presidente se desviaba de la ortodoxia de la Revolución, el Jefe Máximo intervenía. 

La estabilidad del México moderno no se fundó en el respeto a la ley, sino en la sumisión a un poder moderador que estaba fuera del alcance de las urnas y los juzgados. Era el temor a un balazo.  

En la era contemporánea, la tesis cobra una vigencia inquietante. El estilo personal de gobernar de López Obrador puede leerse como una versión modernizada de este poder moderador. 

Ya no se trata de una ley escrita como en 1836, o de un control férreo del aparato partidista como con Calles, sino de la superioridad moral ejercida desde el púlpito cotidiano.

Cuando el Ejecutivo Amlo/Sheinbaum apela a una justicia que está "por encima de la ley" o utiliza las conferencias matutinas como un tribunal para calificar el actuar de jueces y legisladores, está ejerciendo, de facto, las funciones de un decimonónico Supremo Poder Conservador

Es la figura del líder que se sitúa en un plano trascendental para "corregir" a las instituciones que considera desviadas o "al servicio de intereses oscuros".

Al igual que sus antecesores, esta figura actual no se ve a sí misma como una parte del Estado, sino como el guardián del Estado. La "mañanera" no es una rueda de prensa; es la sede de un cuarto poder que absuelve y condena, que interpreta la voluntad popular para anular, simbólica o políticamente, las decisiones de los otros poderes que no se alinean con la "transformación".

La recurrencia de estas figuras —el Poder Conservador en el siglo XIX, el Jefe Máximo en el siglo XX, el Líder Moral en el siglo XXI— sugiere una conclusión incómoda: México tiene un apetito de orden y tutela que la estructura republicana tradicional no logra saciar. 

La debilidad histórica del Estado de Derecho ha generado un vacío que el ciudadano mexicano llena con la esperanza de un salvador. Salvadores fueron Hitler, Fujimori, Pinochet, Mussolini.  

Preferimos el arbitraje personal de un hombre fuerte a la fría e impersonal aplicación de la ley. Los organismos autónomos que nacieron en la transición democrática (como el INE o el INAI) intentaron ocupar ese lugar de "árbitro", pero su lenguaje técnico y su falta de carisma los alejaron de una sociedad que no busca expertos, sino protectores.

El riesgo, sin embargo, sigue siendo el mismo que en el siglo XIX: que en el afán de conservar el orden a través de un poder supremo, se termine por asfixiar la libertad. 

El Supremo Poder Conservador de 1836 terminó en la pérdida de la mitad del territorio; el Maximato de Calles en el autoritarismo de un partido único.

En México, la figura del árbitro supremo no es una anomalía, sino una necesidad cíclica ante la fragilidad de nuestra convivencia civil. Mientras el cumplimiento de la ley sea visto como una opción y no como una obligación, seguiremos invocando al fantasma del Supremo Poder Conservador de nuestros tatarabuelos.

Hoy, como hace dos siglos, la pregunta sigue en el aire: ¿Seremos capaces alguna vez de gobernarnos bajo la sobriedad de las leyes, o seguiremos buscando en el horizonte al próximo tutor que nos salve de nuestra propia incapacidad de ser ciudadanos libres? 

La nostalgia por el guardián es, en última instancia, el reconocimiento de nuestra propia minoría de edad en los asuntos políticos.

::::


17 diciembre 2025

El ISSSTE defiende las políticas de Peña Nieto.- 13 dic 2025

El ISSSTE defiende las políticas de Peña Nieto.- 

Alega que están en la ley. Leamos el comunicado institucional más reciente del ISSSTE a propósito del pago en umas y no en SM.  

13 dic. 2025.- Sobre el salario mínimo de jubilados y las UMA

Con relación a la carta publicada el pasado miércoles 10 de diciembre en El Correo Ilustrado con el título El salario mínimo, los jubilados y el Issste, el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (Issste) informa respecto al incremento de las pensiones otorgadas con anterioridad a la publicación de la Ley del Issste de 2007, con base en unidades de medida y actualización (UMA) y no en salario mínimo, lo siguiente:



Mediante la reforma constitucional en materia de desindexación del salario mínimo, publicada en el Diario Oficial de la Federación el 27 de enero de 2016, se estableció que toda referencia al salario mínimo para fines distintos a su naturaleza laboral debe considerarse referida a la unidad de medida y actualización (UMA).

Asimismo, el 1º de diciembre de 2023, la Suprema Corte de Justicia de la Nación publicó en el Semanario Judicial de la Federación la tesis de jurisprudencia número 2027745, en la cual se establece que las pensiones del Issste otorgadas con anterioridad a la entrada en vigor del decreto de desindexación del salario mínimo deben cuantificarse con base en el valor de la UMA, y no en el salario mínimo. Dicha jurisprudencia es de aplicación obligatoria a partir del 4 de diciembre de 2023.

Cabe señalar que la desindexación del salario mínimo permitió su incremento constante, sin vincularlo con otros cálculos ajenos; desde entonces no es utilizado para calcular otros salarios superiores a éste o cualquier otro asunto. Finalmente, la UMA se actualiza cada año conforme a la inflación.

En este contexto, al aplicar los incrementos a las pensiones conforme al marco normativo vigente y con base en la unidad de medida y actualización, el Issste cumple con los principios de legalidad, seguridad y certeza jurídica que rigen la actuación del servicio público.

ISSSTE - Unidad de Comunicación Social

:::

Original: La Jornada: El Correo Ilustrado


07 diciembre 2025

1983 - Lamentablemente se equivocó Enrique Krauze

1983 - Lamentablemente se equivocó Enrique Krauze 

Lamentablemente, Krauze se equivocó. ¿Alguna vez ha sentido que la política mexicana es una historia que se repite? A pesar de los cambios de partido en el poder, de las promesas de transformación radical y de los discursos que marcan un "antes y un después", una persistente sensación de déjà vu parece instalarse cada sexenio. Vemos los mismos mecanismos, las mismas tensiones y, lamentablemente, muchos de los mismos problemas.


La pregunta es inevitable: ¿están las cosas cambiando realmente o solo estamos presenciando la misma obra con diferentes protagonistas? La tesis del blog es que todo se repite.

A pesar de las narrativas de ruptura, un análisis más profundo sugiere que las estructuras fundamentales del poder en México son increíblemente resistentes. Este artículo explora tres ideas incómodas, basadas en un análisis histórico y político, que desafían la idea de que hemos superado nuestro pasado.

El análisis del que parte este texto es contundente: el actual gobierno de la 4T no es una anomalía histórica, sino la repetición de un patrón profundamente arraigado en la política mexicana. Este patrón consiste en que el poder ejecutivo se impone como el "poder de poderes", sometiendo a los demás poderes del Estado y a cualquier instancia autónoma que pueda representarle un contrapeso.

Este comportamiento no es nuevo. Es idéntico al que ejercieron regímenes pasados del PRI, con figuras tan dispares como Lázaro Cárdenas o Gustavo Díaz Ordaz, donde la directriz era clara: someter al resto. 

Lo que resulta irónico es que el presidente López Obrador, en su toma de posesión de 2018, prometió explícitamente romper con ese pasado al afirmar que "ya nunca más el ejecutivo sería el poder de poderes". El análisis de los hechos demuestra que esta fue una afirmación falsa.

En la práctica, la estructura del poder presidencialista sigue intacta, sin importar el partido que ocupe el Palacio Nacional. La dinámica de concentración de poder se impone sobre las ideologías y las promesas de campaña, confirmando una vieja máxima. El poder es uno solo, no tiene color ni olor ni sabor y funciona igual en cualquier parte del mundo. 

Esta persistente concentración del poder presidencial es, precisamente, el mal que una generación de intelectuales creyó que la democracia vendría a curar. Pero, como veremos, esa gran esperanza se convirtió en una profunda decepción.

La democracia no fue la cura. A principios de los años 80, en medio del desastre, la ruina y el colapso económico y de legitimidad dejados por el gobierno de José López Portillo, el historiador Enrique Krauze publicó un libro influyente: Por una democracia sin adjetivos. En él, proponía lo que parecía ser la gran solución a todos los males de México.

La tesis de Krauze era que la democracia "a secas", sin apellidos ni adjetivos, era la cura definitiva. Creía que el simple hecho de confiar en la ciudadanía y redistribuir el poder a través de mecanismos democráticos sería el acto de reparación que el país necesitaba para superar sus vicios históricos. Esta era su gran esperanza, capturada en sus propias palabras:

Confiar en la gente, compartir y redistribuir el poder es la forma más elevada y natural de desagravio. Sin embargo, visto desde la perspectiva de hoy, el veredicto es claro y tajante: Krauze lamentablemente se equivocó. Lamentablemente, su profecía falló.

¿Por qué? Porque México tuvo democracia en las décadas siguientes, al menos si la definimos como el mandato de las mayorías y el relevo institucional. 

La evidencia es irrefutable: la alternancia en el poder ha sido una constante desde el año 2000. El PRI fue sucedido por el PAN, que gobernó dos sexenios; luego el PRI regresó al poder, para finalmente ser reemplazado por Morena en 2018.

A pesar de la llegada de la democracia, la alternancia entre tres fuerzas políticas distintas e incluso la creación de órganos autónomos como parte de esa anhelada redistribución del poder, los problemas fundamentales como la corrupción endémica y la impunidad no se solucionaron. La gran cura dada por Krauze, sencilla y lamentablemente, no lo fue.

Si el modelo ancestral de dominio presidencial sigue intacto (primera idea) y la cura prescrita de la democracia falló en resolver nuestros vicios más profundos (segunda idea), nos vemos forzados a una conclusión difícil y profundamente pesimista.

La conclusión que se desprende de lo anterior es que la historia de México es, en esencia, una simple "transposición de nombres propios". Los actores, los partidos y los discursos cambian, pero la dinámica subyacente del poder permanece idéntica.

Después de que los tres principales grupos políticos de las últimas décadas —PRI, PAN y Morena— han tenido la oportunidad de gobernar, la percepción es que "todos son iguales", no por capricho, sino porque los problemas estructurales persisten y porque el Poder es uno solo. Ninguna de las alternancias ha logrado producir una solución real a los vicios del sistema.

Esta perspectiva no nace de un cinismo pasajero, sino de lo que podría llamarse un "pesimismo documentado". Se basa en la evidencia histórica de las últimas décadas, que muestra cómo las promesas de cambio se desvanecen ante la inercia de una cultura política que se niega a morir.

Lo que este análisis revela es que las estructuras profundas del poder en México han demostrado ser increíblemente resistentes al cambio. Han desafiado tanto las promesas de los nuevos regímenes que aseguraban ser diferentes, como las teorías de intelectuales que apostaron todo a una sola solución. La realidad parece ser más compleja y menos esperanzadora de lo que nos gustaría admitir.

Esto no ofrece una salida fácil ni una respuesta clara, pero sí nos obliga a cuestionar nuestras suposiciones más profundas. Si el triple cambio de sistema político en el siglo XXI no fue la solución, ¿radica entonces el problema no en el sistema, sino en la naturaleza inmutable del Poder mismo? 

Mi respuesta es que sí: que nuestros problemas están en la naturaleza del Poder: siempre es el mismo. 

:::


06 diciembre 2025

La comezón del séptimo año.

La Comezón del Séptimo Año: Del 'Enamoramiento' al Desencanto. 

En el aniversario de la 'Transformación', la metáfora popular sobre la crisis de pareja a largo plazo ilustra el punto de inflexión del movimiento político que hoy celebra siete años en el poder. La fatiga social exige ahora eficacia gubernamental.

Hoy, mientras el movimiento que impulsó Morena conmemora un nuevo aniversario, el séptimo en el poder, una antigua expresión popular resuena con particular fuerza en el ambiente político mexicano: La comezón del séptimo año.

M. Monroe en La Comezón del Séptimo Año.
Derechos Reservados. Crédito: 20th Century-Fox 

Originalmente popularizada por la comedia de 1955 de Billy Wilder, The Seven Year Itch, protagonizada como película por Marilyn Monroe, la frase describe la creencia de que las parejas, tras un periodo de convivencia, experimentan una crisis de monotonía, desencanto y la tentación de buscar la novedad fuera de la relación. 

Este punto de inflexión, que exige un esfuerzo consciente para renovar el compromiso, se convierte hoy en una analogía política para analizar el estado emocional de la sociedad mexicana con el proyecto que inició en diciembre de 2018. 

La comezón del séptimo año surgió del consultorio psiquiátrico en la obra de teatro homónima de George Axelrod (1952), donde se mencionaba la tendencia de los hombres casados a buscar la infidelidad tras siete años de rutina. La película inmortalizó la crisis: el entusiasmo y la pasión inicial dan paso al tedio, y el compromiso se pone a prueba.

En México, el equivalente a la "luna de miel" fue la avasalladora victoria de 2018. El movimiento prometió una "transformación" radical y genuina, generando una ola de esperanza e identificación sin precedentes. 

La relación entre la base social y el nuevo gobierno nació bajo un aura de fe casi incondicional, basada en el carisma de un líder y un diagnóstico claro: la corrupción era el enemigo a vencer. Durante los primeros años, desde el electorado disculpamos los errores iniciales y los tropiezos de implementación, imbuido en la mística de que "el cambio va".

Sin embargo, siete años después, se ha entrado en la etapa de la rutina, de la falta de claridad. Los grandes problemas estructurales del país, como la violencia persistente, la falta de consolidación en el sistema de salud y la incertidumbre económica para las clases medias, se mantienen o, en algunos casos, se han exacerbado. La ciudadanía, que en el primer ciclo se conformó con el discurso del cambio, ahora exige el resultado del cambio. 


Considero que la analogía del desgaste político en este "séptimo año" se manifiesta en tres planos:

  1. La Fatiga del Discurso: El discurso constante de la "lucha contra los conservadores" o el señalamiento diario de los errores pasados, que al principio unía a los fieles, empieza a sentirse como una rutina agotadora. En el contexto de un sexenio ya superado y un nuevo liderazgo en marcha, la ciudadanía anhela que la energía se centre menos en el pasado y en la justificación ideológica, y más en la solución tangible de los problemas cotidianos. El mensaje ha perdido su novedad, generando una "acostumbramiento" que diluye su poder movilizador.

  2. Las Expectativas No Cumplidas (La Desilusión): Así como en la pareja donde los defectos de la otra persona se vuelven insoportables, en la gestión pública, la persistencia de problemas crónicos —especialmente la inseguridad y la violencia— actúa como el mayor factor de desencanto. Las promesas de un "cambio verdadero" se estrellan contra la realidad de las estadísticas. El electorado, que votó por la paz, hoy se siente vulnerable. Esto genera una erosión silenciosa en el capital político, especialmente en aquellos segmentos que no son beneficiarios directos de los programas sociales.

  3. La Tentación de la "Infidelidad Electoral": El electorado, fatigado por el desgaste, empieza a "coquetear" con otras opciones. Se levantan en el horizonte Alessandra de la Vega, Ricardo Salinas, más Grecia Quiroz y los sombreros. Esto significa un voto distinto a la Oposición tradicional. Una búsqueda de un nuevo rostro, un nuevo liderazgo (lo que impulsó el proceso de sucesión al interior de Morena) o, más peligrosamente, la abstención, que es la forma más clara de "romper" la relación con el sistema político. La base de apoyo original (los "enamorados") se pregunta: ¿Esto es todo? ¿Las cosas mejoraron de verdad para mí?

El aniversario de este 6 de diciembre en el Zócalo encuentra al movimiento ya inmerso en un proceso de transición, con la figura de Sheinbaum buscando consolidar su propio mandato frente a la vigilancia (sin pruebas pero sin dudas) desde Palenque.

Su gran desafío de su Gobierno es reencender la llama y convencer a la base social de que la "Transformación" no ha terminado, sino que está entrando en una nueva fase de consolidación. La nueva administración no puede depender únicamente de la legitimidad histórica del 2018. 

Debe ofrecer una eficiencia pragmática en los rubros donde el desencanto es mayor, como la seguridad, la salud y el mejoramiento de la economía local. El legado del pasado ya no es suficiente; se requiere una visión de futuro creíble.

La comezón del séptimo año en el oficialismo no es un mito; es el punto donde la mística y el carisma deben ser respaldados por la gestión de resultados

Es un recordatorio de que en la política, como en el matrimonio, la pasión sin un esfuerzo constante y concreto para mejorar la vida de quienes forman parte de la relación no es sostenible a largo plazo. 

Con Marylin en la memoria apuntemos que el futuro dependerá de si se logra convencer a México de que vale la pena renovar el voto de confianza en el porvenir.

:::

6 de diciembre de 2025

:::